El Pequeño Saltamontes

Escritos profundos, reales o imaginarios, pero honestos

Ayer cumplió años mi mamá, un día especial, porque no es cualquiera el que llega a los 90 años. Ella nació en 1931, hicimos cuentas sobre los años transcurridos.

En lo personal no creo llegar tan lejos, no tengo la energía y dinamismo que ha mostrado durante todo este tiempo. Me conforme con unos quince años más, suficiente para ver crecer a Joshua (que tiene 8 años), y saborear sus logros.

En cuanto a logros, no solamente son los de tipo económico, sino los espirituales y de formación académica. A veces los logros los medimos en función del dinero o bienes que poseamos, pero por qué no pensar de manera distinta y definir que logros son aquellos en que transformamos el mundo y nuestro alrededor, cambiamos para bien a las personas que nos rodean. En vez de recibir, damos algo de nosotros, poco o mucho, pero es una valor intangible que concedemos para el bienestar del ecosistema que habitamos. Esos son logros que perduran más que el dinero, que es volátil y perecedero.

Hubo un momento mientras deliraba en la UCI, que deseaba morir, porque no aguantaba el sentirme encerrado, como atrapado en una bóveda, como si tuviera una lápida encima. Pero no tenía fuerzas para romper el vidrio de la muerte.

O al revés, la fuerza de la vida era superior a la fuerza de muerte. La desesperación de sentirme como encerrado en un ataúd, dio paso a la abertura paulatina de mis ojos y conectarme nuevamente a la realidad de mi entorno: una sala de hospital, un techo blanco, una cama, después a sentirme sujetado de las manos.

Siempre estaba preso, sujeto, a unos tubos plásticos y unas bolsas con medicamentos, pero al menos sabía que estaba vivo.

Nunca vi ningún túnel ni ninguna luz, solamente mi desesperación y miedo, episodios de mujeres amenazándome, terror, un sentimiento de estar ciego, secuestrado por maleantes en una lejana montaña, oyendo voces, las voces del personal de enfermería. Pero en aquel estado, se me antojaban voces sarcásticas, que buscaban como retenerme a fin de obtener algún provecho de mi situación. Todo era pura imaginación febril.

Varios días sentí que esa realidad podía ser falsa, un engaño. Veía los pasadizos del hospital, y pensaba que no había una salida. Que estaba enclaustrado, que todos jugaban el juego de hacerme creer que estaba vivo.

El misterio de la muerte, es el mismo misterio de la vida, porque cuando aún no habíamos nacido, ¿qué sentíamos? ¿qué pensábamos? ¿dónde estábamos?

Porque morir es mejor que nacer, porque al fallecer, heredamos una conciencia que no teníamos al nacer, nos llevamos consigo una historia, una conciencia, el alma despojada de la carne material y efímera.

Soy padre de un niño de ocho años, es bello y muy inteligente, se llama Joshua. Lo adoro. No por sus cualidades o cosas propiamente materiales. Lo amo porque me nace desde lo más profundo del alma.

Tengo otros dos hijos varones de un matrimonio anterior, también los adoro, pero la conexión más fuerte y especial ha sido con Joshua, el cual ven en la foto de abajo. Tengo problemas de entendimiento con la mamá de Joshua, yo no creo tener toda la culpa. Esto hace que mi relación con el niño sea complicada, aunado a los cambios de humor de la mamá, nada es previsible en cuanto a disponer de mi tiempo con el niño.

Le dedico el fin de semana completo a Joshua, y siempre que nos despedimos sus ojitos se ponen llorosos, y me dice adiós hasta que desaparezco en la vuelta de la esquina. Me parte el corazón.

Yo soy su padre y su amigo de juegos, trato de complacerlo en lo que puedo con su imaginación de inventos. Pido a Dios la salud necesaria para estar con él todo el tiempo necesario para que Joshua logre su madurez emocional, y en algún momento dado, su padre no le sea tan imprescindible en su vida.

Esta es una reflexión post-covid.

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Hay dos tipos que nos joden la vida, están llenos de todos los pecados capitales, pero los dos más serios son la soberbia y la avaricia.

Soberbia porque no aceptan que están actuando mal, llevando a un país a la pobreza y el atraso económico. Ellos detentan la verdad y sus órdenes son leyes. Se sienten perfectos.

Avaricia, porque tienen una sed desmedida de poder y dinero. El dios de ellos es el poder político, el control a toda costa para mantener la hegemonía y vivir como verdaderos reyezuelos, rodeados de lujos y comodidades. No les importa el bienestar del pueblo.

Esta gente son dinosaurios, pertenecen a especies en extinción pero que continúan jodiendo al pueblo.

Comenzaron como un movimiento revolucionario de corte marxista-leninista, eso no era un secreto. En su afán por alcanzar el poder, se agruparon con diferentes fuerzas políticas para derribar a la dictadura que gobernaba el país.

Una vez en el poder, hicieron a un lado a todos los que de una u otra forma, habían contribuido a desbaratar la dictadura de turno. Comenzaron desde temprano a confrontarse con el “imperialismo yanqui”, sin ninguna necesidad, sin ninguna justificación, más que la de querer igualarse a las otras dictaduras comunistas. La política de guerra y confrontación produjo una reacción, grupos armados se establecieron en las fronteras de países vecinos, y esto les dio más pretextos para promover el ambiente de guerra. La economía del país se desplomó, la prosperidad fue cosa del pasado.

Con el correr de los años, ese grupo dizque revolucionario, tuvo que ceder ante la presión internacional, y la propia presión interna. Perdieron el poder formal, pero continuaron fraguando desestabilización y protestas callejeras. Estaban a sus anchas, cobijados bajo el paraguas de la democracia nueva que estaba naciendo en el país.

Producto de pactos y tráfico de influencias, repartición de los poderes del estado y divisiones en el partido político más fuerte, lograron que los votos se dividieran para ventaja del partido marxista. Conquistaron nuevamente el poder. Han ejercido un control absoluto en toda la esfera de la vida política, económica y judicial del país.

Yo pronostico otra debacle económica para 2022, más pobreza, menos inversiones y más migración.

¿Adivinen de quién estoy hablando ?

Esta gente son dinosaurios, de marxistas-leninistas no tienen absolutamente nada, son más capitalistas que Donald Trump y más corruptos y asesinos que el Chapo Guzmán.

Necesito saber y creer que esta gente es una especie en vías de extinción.

Comencé este domingo, tomando una fuerte taza de café. Veo a mi hermana y mi mamá preparando las flores que depositará hoy en la tumba de nuestros difuntos. Mi hijo Joshua está sentado viendo videos en el celular.

Hay una pregunta que me da vueltas en el cerebro, ¿tiene significado la vida?, ¿hay un motivo para seguir existiendo después de sufrir tantas experiencias nefastas, algunas al borde de la muerte? Vemos tantas tragedias, que no hace falta adivinarlas, basta con hojear la internet, asesinatos, accidentes, muertes accidentales, enfermedades incurables, ataque de pitbul a un par de gemelitas, presos políticos encerrados más del tiempo judicialmente permitido.

Los motivos para no vivir son mucho más grandes que los motivos para vivir, pero estos pocos motivos para vivir, deben pesar miles de toneladas más que los motivos para no vivir.

De eso se trata la vida, de comparar el peso entre continuar la vida con alegría, y la de no seguir viviendo, porque en realidad, no tiene sentido, vivir una vida quejándose de la vida que vivimos.

Si estamos convencidos que no vale la pena vivir, ¿por qué no tenemos el valor suficiente a poner fin a nuestra existencia? Podrá deberse a que en el fondo de nuestra conciencia, sabemos que la vida vale más que el misterio de la muerte. Ese misterio quedará relegado a un futuro próximo.

Por el momento, me dedicaré a descubrir si vale la pena vivir.

Después de sobrevivir al COVID, muchas personas me dicen que Dios tiene un propósito para mí, pero que yo debo encontrar ese propósito. En lo profundo de mi cerebro, alcancé a evaluar dos opciones: si muero, al menos me libro del sufrimiento de las deudas, pero dejo huérfano a mi hijo de ocho años. Si logro sobrevivir, Dios quiere que pague las deudas y seguir viviendo para lograr que mi hijo crezca y sea “alguien en la vida”.

Cuando desperté, después de varios días en la UCI, sentí como si emergía de las aguas, y volvía a respirar. Una serie de molestias y problemas de salud me esperaban, pero al menos estaba vivo, desesperado por salir del hospital cuanto antes.

Me da pena decirlo, pero sigo sin saber cuál es el propósito que tiene Dios conmigo, o si a la inversa, yo debo crear, hacer ese propósito y encomendarle a Dios, que me ilumine y me guíe.

Qué mejor trabajo el que me queda por delante, que educar a mi hijo Joshua, de ocho años, darle mis consejos, orientarlo y servir de guía espiritual en esta larga carrera que él tiene en la vida.

Acabo de ver el documental en Netflix sobre los eventos de la Segunda Guerra Mundial. Sobre la mesa, se colocan las decisiones éticas o no, para la matanza de millones de seres humanos.

El bombardeo en Dresden, en Tokio, Nagasaki e Hiroshima, quedan en el olvido, pero no creo que hayan sido decisiones éticas. Lo moral o ético, siempre conduce a caminos más lentos de solución, que a la postre cobra igual número de vidas.

El exterminio de millones de judíos en los campos de concentración nazi, tampoco fue ético, fue claramente, obras del mal. Sin embargo, la historia siempre la interpreta el vencedor. Se conoce mucho más de los campos de exterminio que las muertes por los bombardeos aliados. La guerra no ennoblece a nadie, los valores éticos sobran.

Nadie conoce de los católicos que murieron en Nagasaki, ni de la población calcinada horriblemente.

Hay alrededor de 15,000 bombas nucleares actualmente, que detonadas juntas harían explotar el planeta. ¿Será ético mantenerlas en las bodegas ?El equilibrio militar depende del número de bombas en resguardo. Estas bombas son las monedas que compran la estabilidad del planeta, hasta que surja una nueva moneda que sea más potente y novedosa, que rompa el balance militar.

Mis estimados lectores:

Estuve fuera de la red, por casi un mes. Durante parte de agosto y mediados de septiembre sufrí los mordiscos del COVID y los arañazos de la muerte. Fui entubado, por 10 días de pesadillas. Salí hecho leña, sin poder caminar ni hablar bien. Pasar inmóvil y sin recibir alimentación solo por sondas, hizo que mi cuerpo extrajera recursos de mi carne. Salí flaco y pálido.

Agradezco al personal médico del Hospital Bautista donde estuve internado. Es el momento y todavía me siento débil y con cansancio al ejecutar alguna tarea por cierto tiempo.

Estoy cumpliendo un mes desde que me dieron de alta, el 15 de septiembre y ya tengo fuerzas y ánimo de escribir estas líneas. También le debo mucho de esta recuperación al esmero y cuido de mi mamá y de mi hermana, que se han portado como unos verdaderos ángeles.

Cuando me ingresaron a la UCI me dí por muerto, sabía del riesgo que corría. En un delirio provocado por el sedante, pedía morir, porque ya no aguantaba más la presión sicológica de sentirme atrapado en una bóveda, sin saber si a alguien le importaba mi suerte. Mi petición no llegó, gracias a Dios, era mi cerebro en lucha por mantenerse vivo, mis otros órganos se portaron de maravilla, no me dejaron morir.

Dios me ha dado una segunda oportunidad para continuar esta lucha, en que tengo como meta, lograr que mi hijo Joshua, sea un adulto responsable, creativo, con ideas y de valor para la sociedad. Mi niño es mi estrella. No lo tengo conmigo, está donde su mamá. Por ciertas razones, nos separamos a raíz de mi hospitalización.

Como conclusión, quiero animar a los que me leen a que bajen la guardia ante el COVID. No nos confiemos, porque este virus es un fantasma que acecha para matarnos. Cada cuerpo reacciona diferente, cada sistema inmunológico batalla con sus propias armas. Hay jóvenes que mueren rápido, hay personas mayores, que han salido adelante, y se han recuperado.

Bendiciones y ojo con confiarse ante el COVID.