La cercanía de la muerte

Jesús en el pesebre

A juzgar por las noticias, la muerte es lo más común en esta esfera, el drama de los cuerpos inmóviles, amarillentos, destrozados, calcinados, sangrantes es la consigna diaria.

Mañana estaremos (incluyo a mi familia y amigos), conmemorando el natalicio de nuestro señor Jesús. Digo conmemorando porque es más suave para los ridículos que dicen que no se puede celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, porque eso hiere susceptibilidades.

¿Qué relación tiene la celebración de la natividad de Jesucristo con la muerte diaria como noticia? Mucho. Les diré por qué.

Tanto la muerte como el nacimiento son dos hechos antípodas. Hemos de nacer con un propósito, marcado por el Padre Celestial. Hemos de morir cuando Dios lo estime conveniente, entonces por qué nos preocupamos.

Cuando nació Jesús, alguien sabía en Belén, o al menos lo podía intuir, ¿el destino final de nuestro señor Jesús? Casi seguro que Nadie.

¿Cuando cada uno de nosotros nacemos, sabe alguien de cómo moriremos? ¿Nos podemos imaginar que al día siguiente estaremos tiesos bajo una pila de escombros? No.

Siendo así, pues alegrémonos por cumplir años, y regocijémonos por el nacimiento de nuestro Divino Maestro.